EL OTOÑO LLEGÓ
Esta mañana, salí de casa con una propuesta a realizar:
empezar a correr.
El escenario ya estaba escogido, un camino que lleva al
pueblo entre árboles hermosos.
¿Y qué pasó? os preguntaréis, porque está claro que no
llegué a hacer lo que me había propuesto.
Pues bien, cuando llegué a la senda, me encontré el camino
lleno de hojas, de todos los tamaños y diferentes tonos marrones y amarillos,
allí, parada, sin poder moverme, levanté
la vista hacia arriba y vi las ramas desnudas de los árboles.
El viento soplaba a mi alrededor. Y no fui capaz de dar un
paso, no pude mover mis pies, yo, no podía pisar aquellas hojas tan hermosas.
De repente, mis ojos se humedecieron y empecé a llorar.